La iniciativa, propuesta por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, establece que el tiempo máximo de actuación para cada toro o novillo será de 15 minutos y que, al finalizar el espectáculo, el animal deberá ser devuelto a su ganadería de origen.
Previo a la votación, grupos animalistas se manifestaron en las calles, mientras que defensores de la tauromaquia intentaron impedir la sesión en el Congreso. Pese a los altercados, la reforma fue aprobada en lo general y lo particular, marcando un cambio significativo en la tradición taurina de la capital.
“Ya cayó, ya cayó, la tauromaquia ya cayó”, corearon activistas tras la aprobación.
¿Podrá este modelo sin violencia cambiar el futuro de la tauromaquia en México?
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